La sexualidad ha solido estar proscrita y mal vista en nuestra catolizante cultura. Hora va siendo de que la situemos en su justo lugar por lo que puede contribuir a la felicidad humana.

Para empezar, no estaría mal revenir al antiguo pensamiento hinduista que a través de la doctrina tántrica ( concede al sexo femenino más valor biológico y psicológico que al masculino), preconiza una elevación espiritual de la persona a través de una práctica sexual que potencia la no eyaculación masculina, bien por medio de la castidad, bien por medio del control del proceso amatorio (“coitus reservatus” ) y sin renunciar por ello al orgasmo.

Y en parecidos términos de evitar la eyaculación, pero esta vez con el fin de conseguir larga vida en buena salud, se pronuncia el Taoísmo (Tao=camino de la longevidad) procedente de la antigua China. El Taoísmo sexual puede resumirse en las cinco virtudes, las tres libaciones y la retención del semen. Las cinco virtudes de la filosofía china son Benevolencia, Justicia, Cortesía, Integridad y Sabiduría que deben ser aplicadas durante la práctica sexual. Las tres libaciones, en tanto que las tres fuentes de placer y vitalidad que ofrece la mujer durante el acto amatorio. Y finalmente la retención del semen varonil como camino de larga vida a través del incremento y conservación de las hormonas producidas durante la excitación.